jueves, 31 de diciembre de 2015

COMO LA VIDA MISMA. Capítulo 67. Cuando hay que decir adiós




Mayo de 2014.


La clase guardó silencio por un largo momento hasta que entró el tutor de nuestro grupo. Fue el profesor más importante que tuve en todo el largo período que fue el instituto. No hace falta decir que antes de mi "transformación" era un chaval, vamos a decirlo en plata, tocapelotas. No estudiaba, no hacia el huevo. Y eso hizo que se me juzgase. Aquel hombre que vestía una camisa blanca, sonreía a todos los alumnos y yo hacía lo mismo. Había sido un largo viaje, pero ya tocaba a su fin. Y en ese momento lo notaba.

-Han sido unos meses maravilloso-dijo tras un tiempo-he conocido a gente maravillosa y me alegro de haberos tenido como alumnos. De verdad. No sé si nos volveremos a ver, pero allá donde vayáis espero que tengáis suerte. Ahora se avecinan nuevas aventuras y espero que lo mejor esté por llegar. No obstante, también viene la PAU, y os vais a cagar por las patas abajo.

La clase estalló en una carcajada.
Nuestro tutor fue dando la mano a todos. Cuando llegó a mí, apretó la mano y con firmeza me habló.
-¿Mejor de lo tuyo?
-Mejor que nunca, Raúl.
-Ha sido un verdadero placer, Serrano.

Por fin y después de demasiados años, el timbre  sonó por última vez. Quedé quieto en el sitio mientras todos mis compañeros iban saliendo.

-¿No sales,Carlos?-preguntó David, el rumano-tienes demasiado que estudiar.
-Un momento, tío.
-¿Qué haces, colgado?
-Es increíble, David. Ya todo ha terminado. Así, sin más.
-¿Y qué quieres? ¿que venga la de lengua y te la chupe? Vamos, tira de una puta vez.
-Todo, tío. Todo.
-Dios mío... Esto también va para tu blog ¿verdad?

Recorrí los pasillos y me vino a la cabeza todas las historias que os he ido contando a lo largo del tiempo. Aquellas charlas de qué hacer en el amor de las cuales me aconsejaba Antonio, carreras escaleras arriba para no encontrarme a aquella persona, vi a Marta correr y danzar, a Javi reír y besarse con su novia, vi a los que fueron mis amigos, vi la primera vez que hablé con el Rumano y vi al Carlos de hace muchos años, entrando en la ESO y sin conocer a nadie, ignorando lo que vendría, malo y bueno. A todo decía adiós. A todo le decía adiós.


-Serrano, una última cosa-me dijo el profesor.
-Dime, Raúl.
-Que el día de la despedida sea épico-Sonreí y acto seguido contesté.
-Mejor aún, será legen...








-DARIO. JODER. LEGENDARIO.

El grupo formado en aquel último curso vestía completamente de traje. E íbamos hacia nuestra última misión de todas. Tendría que ser  la noche más legendaria de todas la vividas. Las noches locas y estúpidas de Dubliners habían acabado así como todas esas estupideces, y mira que fueron muchas.

Las personas que organizaron el evento alquilaron un local cerca del pub de mi padre. Antes de poner en juego lo que sería la última cacería, fuimos hacia allí con el propósito de hablar un poco sobre el sistema mercantil, las obras de Sófocles  y, en definitiva, ponernos tan pedos que al vomitar sonáramos como los velocirraptores de Parque Jurásico. Pero... no acabó muy bien la cosa.

Sófocles era un poeta griego mariquita*


-Juguemos por última vez al yo nunca-dije a todos mientras agitaba una copa de balón.
-Venga, el último de todos. El definitivo. ¿Quién empieza?.
-Yo, por Dios-gritó David. 
-Empieza entonces, Rumano-dijo Javi.

Entonces, David, comenzó a decir su primera frase cuando un destello apareció en sus ojos.

-Chicos-comentó-tengo una idea para que esto sea mucho más divertido-Y se hizo el silencio.
-Prosigue-respondí.
-¿Y si jugamos a los retos?
-David, deja de decir cosas raras en rumano y por dios, di la frase.
-Carlos, tú serás el primero...
-¿En qué?

Cuando tienes un amigo rumano, frío como el acero y manipulador como yo, al escuchar esas palabras piensas que vas a despertarte a la mañana siguiente en un piso con un riñón menos. O peor aún, despertándote con un riñón menos y con Simona...

-Carlos-siguió-¿Aún tienes los dedos luminosos?
-Sí, claro. Aquí los llevo.

Era el truco de magia patético del que os hablé. 
Se formó una sonrisa siniestra en la mirada de David. Luego, empezó a cuchichear a los demás del grupo, y poco a poco esa sonrisa se fue contagiando.
No os miento si digo que me empezaba a encontrar un poco mareado por la situación. Incluso empecé a chorrear sudor.

-Carlos.
-¡DILO DE UNA PUTA VEZ, RUMANO DE LOS COJONES! ¿QUÉ COJONES QUIERES? DILO MALDITO ROBA COBRE DE MIERDA AGENTE DE LA KGB. ¿QUÉ COJONES QUIERES?.
-Es hora de jugar a tu juego favorito.
-Dime, por favor, que no quieres sexo conmigo.
-Al te reto...
-Hijo de...
-Y te reto dos...
-...PUTA.
-...Veces.

Creo que os acordáis de los numerosos momentos que os he contado de la veces que he jugado a eso.
Cada vez que iba bolinga y me decían de jugar al "Te reto y te reto dos veces" sacado de Pulp Fiction, tenía que hacer sea como sea el reto. Cabe decir que grandes cagadas han venido por culpa de eso. Entre otras la famosa llamada a quien no debía, la fiesta en la que vino la ambulancia ó quedar con la chica del bar y fastidiar todo, pero en eso me estoy adelantando. Ya llegaremos.

-Te reto y te reto dos veces-volvió a decir.
-No estoy tan tan pedo como para aceptar el reto.
-Vaya, aquí el que va de valiente, de aventurero, de erudito. Oh señor, creador del Queroseno.
-No te pases...
-Acepta el reto, venga. 
-Estoy un poco mareado no creo que...
-Sabía que eras un perdedor, un mentiroso, un...
-Acepto el reto.
-Bien, bien.
-¿Qué debo hacer?-pregunté. Lo cierto es que de verdad me empezaba a encontrar muy mal.
-Vale, vale. Con tu truco de magia...
-Empezamos bien,
-...Con tu truco de magia debes ir a por una chica y hacedle el truco.
-¿Solo eso? Menuda tontería, tío...
-Hablando en inglés-interrumpió.
-Puedo hacerlo.
-Sin nada de mentiras.
-Puedo hacerlo.
-Y diciendo lo que menos soportas en esta vida, querido amigo. Que, en realidad, no te llamas Carlos, ni Carlson, ni mierdas de esas. Te llamas... JOSE CARLOS.
-Pu-u-u-edo ha-ce-erlo.
-Y BAILAR  CON ELLA.
-Hijo de puta.

Chicos, sabéis de sobra que no. No, joder, no. No puedo bailar. Si siempre que voy a unan discoteca tengo que llevar una copa en la mano para disimular y decir. "No, tío, no puedo bailar. Que se me cae la copa". Únicamente llevo a cabo mi sutil movimiento de cabeza que algún día se pondrá de moda...
En personas con el síndrome de Tourette adictos a la cafeína en vía intravenosa.























-¿Aceptas el reto?-preguntó con superioridad.
-Acepto el reto.
-Vale, pues entonces, esto es así: Buscas alguna mujer en Magnus, le invitas a bailar. Recuerda que tienes que hablar inglés. Bailas con ella, le haces el truco de magia y te presentas como Jose.
-Hecho. Ahora solo debo buscar una persona en Magnus y hacerlo.
-¡Sí! Sabía que de verdad eras grande, joder-dijo otro compañero mío. A lo que Javi y David asintieron-Busca una mujer en la sala y hazlo, hazlo. Por el Queroseno.
-Por el Quero...

Y de verdad fui a buscarla. Luego me di cuenta de que estaba en Magnus, el pub de mi padre, y ahí no entraba ni dios.


No, fuera bromas, ni dios.



-Ehh... tíos. Estamos solos.
-¿Tú padre gana algo de dinero con Magnus?
-¿Por qué crees que os cobro la copa? Creo que podemos irnos ya.


¡NI DIOS!



Yendo ya hacia el local, me empezaba a encontrar peor. Tanto que necesité parar un rato. El grupo se paró conmigo y me preguntaron si me encontraba bien. No podía creer que la última noche de todas fuese a caer en la enfermedad. Sudaba y sentía ese cosquilleo en la boca que avecina que vas a echar toda la pota por el retrete mientras que piensas. "Joder, ahora estaré más delgado. ¿Por qué la gente no hace esto para adelgazar?"

Me senté en un banco que se encontraba en frente de una universidad y...
SONÉ COMO UN VELOCIRRAPTOR DE PARQUE JURÁSICO.
Eché un vómito de los que traen salchichas de regalo aunque la última vez que las comiste fuesen en marzo de 2008. Esas con grumos como el Cola-Cao. No el turbo, el de hombres.
Y, chicos, así fue como poté en la que sería mi universidad ese mismo año. Pero ya llegaremos a esa historia.

-Carlos, vete a casa, no creo que podamos seguir.
-Tíos-dije-es la última noche. Tenemos que despedirnos de la mejor forma posible.
-Está bien.
-Y debo hacerlo. Hacer el reto.
-¿Seguro?
-Seguro.







Una vez dentro del local.

-¿Qué pasa, Carlos, no bailas?
-Que va. Tengo una copa en la mano. A ver si me va a caer y la liamos je-je-je.
-Vaya. ¿Y tú, David?-preguntó a mi amigo.
-Yo nunca bailo-contestó él. David es mucho peor que yo. De eso doy fe.

La fiebre me subía  y me daba una rabia tremenda. Veía bailar a toda la gente que compartió conmigo clase. No solo estaban los que habían repetido cursos anteriores como yo. Estaban los de otros cursos ya pasados. Toda la gente se había reunido en un local (menores incluidos) y mientras, yo, me encontraba mucho más débil. Me mareé. Dije que era un nuevo paso de baile y vi a ella. A la persona de la que más me quería despedir pero...

Lo último que recuerdo es estar en el sofá de mi casa, tiritando, con miles de mensajes en el móvil.

-"No, no"-pensaba-"No me he despedido de todos, no, no... La noche final ha acabado".

Volví a dormir hasta que llegó la tarde del día siguiente. Recibí la noticia de que el local fue desalojado por la policía, pero ya os contaré esa historia. Después, me llamó Jorge Flórez. Me dijo que en cinco minutos estaba en casa. Yo intenté explicarle que me encontraba increíblemente mal. A lo que colgó el móvil. Bajé sin fuerzas al portal para ver qué quería. Me dijo que subiese al coche porque íbamos a un sitio secreto. Y pensé:

-"No, tío, hoy no".

Era mi fiesta sorpresa de cumpleaños.






Iba con Jorge en el coche mientras que me pedía que por favor no contase a nadie que había pillado la sorpresa. Pobre Jorge.
Pero a medida que nos íbamos acercando, mis ganas de volver a vomitar iban aumentando. Aunque para una vez que me hacen un cumpleaños de forma puntual no iba a decir nada.
Además, esa sensación de querer acabar las cosas estaba ahí. No me podía creer que me despidiese de todos de esa manera. No era el adiós que quería dar, no era la manera que había soñado de realizar una despedida.

Chicos, en ese momento era muy diferente. Creía que para todo hay un final. Que las cosas se acaban, Bien es cierto que daba mucho el coñazo con la frase de "Nada termina hasta que tu sientes que termina" y blablá copiado de la película Rocky y que digo que es mía. Pero lo cierto es que de verdad sabía que las cosas se acaban. Que para todo hay una despedida. Un punto final. Y la mayoría de las veces lo formamos nosotros... En contra de nuestra voluntad.

Llegué a Magnus, donde me aguardaba la sorpresa y una vez dentro, disimulando, porque ya sabéis que a parte psicólogo soy actor, puse la mayor mueca de asombro posible.

Pero fue un arcada.

Vi a Sergio con su guitarra tocar con un grupo de música, vi a un Álex alejado, a un Jorge hablador, vi a un Juanjo intentado entablar un amistad con una persona, vi a Amanda, vi a Belén también en la lejanía. En definitiva estaban ahí todas las personas importantes pero que creía que en algún momento le debería decir adiós.

La banda empezó a tocar, los canapés fueron devorados por Álex, Perona rulaba por el lugar (Creo que su etapa de fotografiar nubes ya había pasado), y vi a Jorge Flórez... supongo que se estaría follando a alguna de sus presas en el cuarto de baño. Nadie puede resistirse a él.

Os juro que hacía años que no me sentía tan mal, sobretodo cuando  me dijeron de subir con ellos a tocar la guitarra. Que por cierto, mi movimiento de baile es igual que el de tocar la guitarra.















Pero una vez me dieron los regalos, de los cuales esa vez acertaron, observé más de cerca entendí que en algunas ocasiones no hace falta decir adiós.


Porque vi a un Álex pensativo por todo lo que nos había sucedido, vi a un Jorge al que no le quedaba nada para volver a decir hola. Y follarse a todas, grande su etapa de Fuckerjorgemon. Vi a una pareja de amigas que habían dicho demasiadas veces aquella palabra, vi a un Juanjo queriendo decir un simple saludo... Y vi a un Álvaro sudando, que no viene al cuento, pero me hace mucha gracia.

Y no sé si fue por la fiebre, pero pensé que la mayoría de las veces nos equivocabas al decir adiós. Puede que meta la pata diciendo que mucha gente de mi entorno por entonces lo dijese, pero así era.
A veces ese adiós es por orgullo, por la  incapacidad de ver algo positivo, por la ira (como fue mi caso). Otras por miedo o por vergüenza...

Y supe, además, que me equivoqué creyendo que es necesario forzarlo. No, chicos. No nos podemos engañar. Nunca deberíamos decir adiós a aquello que una vez nos importó. En ocasiones, después de mucho tiempo, lo único que tenemos que hacer es todo lo contrario. Agarradnos a ello, no soltarlo. O simplemente dedicar un saludo.

Nos jodemos por dentro, somos unos auténticos capullos. Esa tonta necesidad de acabar todo ignorando lo fácil que es decir un simple "hola".


Fue en ese momento cuando intenté volver a decir "hola" a aquellas personas de las que me había despedido y nunca volver a decir adiós conscientemente. Y hasta finales de 2015 no acabé lo que me propuse. Justo el año en el que decidí empezar el final de mi blog.




18 comentarios:

  1. muy bien has escrito y he vuelto a empezar a leer (por no estudiar)

    ResponderEliminar
  2. alguien va a tener que borrar esto jajajaja

    ResponderEliminar
  3. me voy a jugar a la play que esto es mu aburrio

    ResponderEliminar
  4. sube otro hasta luego(cuando me apetezca)

    ResponderEliminar
  5. avisa por twitter que no soy adivino

    ResponderEliminar
  6. nadie ha visto estos comentarios salvo tu jajajaja

    ResponderEliminar
  7. no vallas pidiendo que te lean el blog porque si nadie se mete en el blog pues como que les da igual lo que les pongas en letra pequeña

    ResponderEliminar
  8. añade un poco de color al blog este que parece un blog depresivo

    ResponderEliminar
  9. ALGUNA VEZ TE SIENTES ABURRIDO?? PUES ENTRA EN ESTE BLOG QUE ES GRACIOSO TE TRONCHARAS PORQUE TE REIRAS DE CARLOS UN SER "HUMANO" QUE SE CREE GRACIOSO CUANDO NO LO ES

    ResponderEliminar