“Formación en escalera” Ordenaba
el oficial Chuck, quedaban pocas millas para llegar a nuestro objetivo.
Volábamos todo lo bajo que nos permitía el clima, no teníamos oportunidad para
fallar este ataque. Después de unos años en la reserva era la primera vez que
lanzaría fuego real desde el aire.
Pese a la velocidad que llevaba
en ese momento, sentí el tiempo pararse cuando por la radio mi amigo Tom sintonizó
una canción que sonaba en ese momento en la radio, aquel rimo me devolvió
momentos vividos en el pasado, felices momentos en los que soñaba con volar por
placer, momentos en los que no me creía capaz de quitar vidas, probablemente ni
me imaginaba que yo fuese a ser algún tipo de
verdugo en una tierra hostil. Esa canción era de un grupo Inglés,
bendita música inglesa… Lo importante que sería para mi en esa guerra, eran los
ya conocidos Beatles con su “A Hard Day’s Nigth”. La música siempre me
alegraba, pero en ese momento no, el bombardeo empezaba, mientras dejábamos
llamas en el suelo, nuestra alma se desquebrajaba a ritmo de rock&roll.
El sonido era ensordecedor, el
cielo se tornaba dorado conforme lanzábamos las bombas, las nubes eran del
color del infierno, el humo tan negro como la muerte que dejábamos atrás. En el
horizonte podíamos observar más bombardeos que se ejecutaban sistemáticamente
en el resto de la península. “¡A las
once en punto!” Se escucho de repente en la radio por la que nos comunicábamos,
dejando así de sonar así la música que acompañaba nuestra operación.
Se divisaban en nuestra cabina
fuerzas enemigas hostiles, nos temíamos lo peor puesto que eran aviones rusos y sabíamos como estaban
las cosas en aquel momento entre lo que representaban esos aviones y lo que
representábamos nosotros bombardeando esa región. Eran cazas soviéticos, pero
conforme nos acercábamos vimos la bandera de la resistencia nortvietnamita en
ellos, pese a estar mas aliviados, por la radio nos preparamos para lo peor y
efectivamente no nos equivocábamos. Los interceptores MiG-21 venían directos a
por nosotros con un vuelo caótico, impredecible y muy peligroso para nuestra
misión.
El primer impacto se lo llevo uno
de suboficiales que habían planeado la estrategia del ataque, por lo cual
prácticamente estábamos jugando a ciegas en un demencial tablero de ajedrez aéreo.
Decidimos hacer una desbandada, donde los combates individuales junto a la
pericia de cada piloto determinarían la suerte de este.
Los aviones enemigos intentaban
acercarse lo máximo posible a nuestros cazas, en pequeñas distancias nos aventajaban
enormemente, así se producía un tira y afloja constante, una danza estrambótica
donde nadie quería bailar con la más fea. Lance mi primer misil con tanta
fortuna que logré derribar al primero que se me puso a tiro, haciendo mil
pedazos aquel buitre soviético de metal. Con los nervios a flor de piel,
después de ganar mi primer duelo aéreo divise en mi cola a un avión vietnamita,
no tuve casi tiempo para reaccionar cuando
lanzó un misil que rozó mi fuselaje, un par de milímetros más y no
hubiese podido contar esta historia.
En ese momento el cielo ya era un
cementerio de fuego donde solamente había una ley y esta era la del fuerte, así
que yo con un enemigo en la cola debía pensar
y actuar conforme a esa ley en pocos segundos. De forma impulsiva aceleré
todo lo que pude aquella bestia y a máxima velocidad gire bruscamente sus
alerones al máximo, posicionando el avión de forma inversa al vuelo
tradicional. Me dirigía directamente a otro avión que no estaba dispuesto a
apartarse, las espadas estaban por todo lo alto, mi corazón no tenía suficiente
tiempo para latir todo lo que quería y mi cabeza me volvía a decir que no
siguiera con esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario